jueves, 27 de septiembre de 2012

Els mártirs de l'11 de Setembre, últims defensors de l'Espanya tradicional

A continuació reproduím aquesta conferència de Jordi Garriga, en la qual desmonta molts dels mites pseudohistòrics prefabricats pel separatisme, i demostra que, lluny de la versió manipulada que pretén mostrar l'11 de Setembre com una "invasió de Catalunya" per part d'Espanya, els defensors de Barcelona durant aquella trágica jornada no defensaben cap idea secesionista, sino que eren uns auténtics "patriotes espanyols", defensor de la monarquía tradicional hispánica.

"CONFERENCIA EN LA SEDE DEL MSR DE BARCELONA, EL DÍA 11 DE SEPTIEMBRE DE 2010, a cargo de Jordi Garriga
(las partes en catalán del original han sido traducidas, excepto el Manifiesto final)
Buenas tardes a todos. Bien, cuando hablamos del once de septiembre, a los que no somos catalanistas, separatistas, nos viene a la mente la imagen de la estatua de Rafael de Casanova, de las ofrendas de los partidos políticos y las asociaciones, de la música de los “segadors”, de los gritos de “Puta España”, “independencia”, etc. Y parece ser que aquel once de septiembre de 1714, Cataluña hubiese dejado de ser independiente, y que España la hubiera invadido …
Os quiero demostrar que no sólo España no invadió Cataluña, como si ésta fuera algo aparte, sino que los defensores de Barcelona fueron los últimos representantes genuinos de la España tradicional, y unos verdaderos patriotas españoles …
Empecemos por el principio, ya que cada nación tiene su propia historia y no podemos analizar igual nuestra situación, resultado de una larga historia, como la de otros países: había una vez un Imperio milenario que se hundió. Cuando Roma cayó, en la Europa occidental, las tribus germánicas se establecieron en varios territorios. En la península ibérica llegaron después de un largo viaje los visigodos, los godos occidentales, que provenían del sur de Suecia. Ocuparon, administrativamente pero no con población, la mayor parte de la península. Su monarquía era electiva, es decir, que los reyes no eran escogidos entre los hijos del rey anterior, sino que eran escogidos entre las familias nobles … imaginad que supuso eso: los asesinatos de aspirantes a la corona, las conspiraciones, la corrupción estaban a la orden del día. Por eso era tan larga la famosa “lista de los reyes godos”. Sólo el hecho de estar aislados en una península evitó que durante doscientos años pudieran caer en manos de cualquier invasor un poco organizado … hasta que, claro, del sur llegó un ejército poderoso: los musulmanes vinieron dispuestos a extender el dominio del islam, y en menos de 8 años sometieron casi toda la península, llegando al reino de los francos donde pudieron ser detenidos.
Inmediatamente, los francos lograron establecer al sur de los Pirineos una zona de seguridad, una marca fronteriza, que se llamó “Marca Hispánica”. Allí se establecieron los visigodos huidos, y empezaron a crear las primeras unidades políticas: Navarra, Aragón y los condados catalanes. En la franja cantábrica se creó el reino de Asturias, independiente del Imperio franco. A partir de aquí comienza la llamada “Reconquista”, que durará 8 siglos, y que enfrentará no sólo a musulmanes contra cristianos, sino también a cristianos contra cristianos, musulmanes contra musulmanes, verá alianzas entre reinos cristianos y musulmanes contra otros, aparición y desaparición de reinos, taifas, etc. Una cosa tenéis que ver claramente: no se puede hablar de países, porque esta palabra no tiene significado político ni de conciencia. Esto es muy importante y a tener en cuenta.
Al final de la llamada “Reconquista”, en el siglo XV, sólo queda el pequeño reino de Granada como reducto musulmán. En la península hay cuatro reinos cristianos que conviven y a veces se pelean: Portugal, Castilla, Navarra y Aragón.
Las monarquías castellana y aragonesa se ​​unieron en 1469. Esta unión fue celebrada tanto en Castilla como en Aragón. Y de hecho, en la península ya existía un sentimiento de unión a nivel popular. Por ejemplo, en el puerto de Barcelona había un intenso comercio de transportistas vascos y andaluces, donde llegaba trigo de Andalucía cuando había escasez. Los Consejeros de la ciudad de Barcelona encabezaban cartas a las autoridades de Sevilla, con la frase: “ahora que todos somos hermanos”, y en Cataluña enviaban cartas el rey Fernando llamándolo “Rey de España”.
La diferencia entre esa realidad y la situación política, es que la unificación monárquica no representó una unificación administrativa o lingüística. No era tan fácil barrer 8 siglos de diferencias, y menos entre familias nobles que no estaban dispuestas a renunciar a sus privilegios. Por ejemplo, en el año 1479, las Cortes de Castilla discutieron si los reyes Fernando e Isabel tenían que decirse simplemente “reyes e señores de España” o bien llevar todos sus títulos. ¡Y se impuso la tesis de que tenían que llevarlos todos! Así, eran: “Rey y reina de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia , de Jaén, del Algarve, de Algeciras, de Gibraltar; conde y condesa de Barcelona, ​​señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas y de Neopatria, conde y condesa de Rosellón y de Cerdaña, y Marqueses de Oristán y de Gosiano”. Estos títulos se ampliarán en 1492 con el de reyes de Granada, y después con los relacionados con América. De momento, podemos ver que Cataluña, como entidad política, no existe.
En España, ya a partir de ese momento, la entidad política más importante es Castilla: por territorio, por población, y sobre todo por cohesión administrativa. ¿Os acordáis de aquel al que llaman el bon rei en Jaume? Pues Jaime I no era patriota catalán, del mismo modo que ningún monarca castellano fue un patriota de Castilla: el hecho nacional tal como lo conocemos ahora no existía en su mentalidad: el rey mandaba porque Dios nuestro señor la había puesto allí, y se dedicaba a adminstrar sus posesiones como lo que eran: una gran finca llena de gente. Con esta mentalidad se explica que hacia el fin de su reinado dividiera a la Corona de Aragón en cuatro Estados con leyes y moneda propias, con la intención de que los heredasen sus hijos: Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca. Un apunte: Jaime era el suegro de Alfonso X el Sabio, y además, entre sus títulos, ninguno se refería a “Cataluña”: era rey de Aragón, Valencia y Mallorca, Conde de Barcelona y Señor de Montpellier. Es natural que ante esta división interna, los castellanos fueran la fuerza preponderante en la península: todos los actos tienen consecuencias …
Los reyes católicos unen su monarquía con la poderosa Casa de Austria, y su nieto será el famoso Carlos I de España y V de Alemania. El cual será el emperador del occidente europeo. España se convertirá en una superpotencia de la época. Una época que será netamente europea, de dominio y extensión de los países europeos por todo el mundo, y naturalmente esto hará que estén constantemente en guerra unos contra otros: aquellas serán “guerras mundiales”.
Y ahora llegamos al siglo XVII, siglo en el que España y Francia, o mejor dicho, el siglo en que los Austrias y los Borbones luchan por la primacía en el continente. Aquí ya se inicia el camino hacia la tragedia del once de septiembre … Francia quería integrar los territorios de su alrededor, que pertenecían a España: el Rosellón, Flandes, el Franco Condado, así como los ducados independientes de Lorena y Saboya, amigos de España. La excusa era que habían formado parte de la Galia … nuevamente, una excusa histórica para justificar un imperialismo.
En el año 1618 comenzó la llamada “Guerra de los Treinta años” entre Francia y la Casa de Habsburgo (Austria y España). En 1635 Francia declara la guerra a España y en aquella lucha, hasta el año 1640, en el bando español se producirán desavenencias y varios incidentes en Cataluña entre el poder real, la Diputación, el Consejo Municipal de Barcelona y el pueblo, tales como: los disturbios ocasionados por los soldados de Castilla (castellanos la mayoría, pero también había aragoneses, irlandeses, flamencos y napolitanos), la negativa de las autoridades catalanas a pagar y mantener tropas propias, el problema del alojamiento de los soldados, la crisis económica y la agitación social. Hechos que desembocaron en la llamada revuelta catalana de 1640.
El detonante de los disturbios conocidos cómo “La guerra de los segadores”, fué la represalia, adoptada por una rebelión, contra la población de Santa Coloma de Farners, ordenada por el Virrey de Cataluña y que degeneró en el saqueo e incendio de todas las casas y de las del vecino pueblo de Riudarenes (provincia de Gerona). Y este es el tema de la canción que ahora es el himno nacional de Cataluña, del que hablaremos más adelante …
Hasta entonces la rebelión estaba localizada, en aquel momento se generalizó, ayudada también, por la excomunión decretada por el Obispo de Gerona Fray Gregorio Parcero, contra el Tercio de Leonardo de Moles, ejecutor de la acción represiva. Desde ese instante los amotinados le dieron a la revuelta un carácter de “guerra santa”. La extracción social de los sublevados era muy baja; campesinos empobrecidos, delincuentes, burgueses venidos a menos y antisociales en general. Se dedicaron principalmente a atacar a realistas y gente rica.
El dia 7 de junio, de 1640, se celebraba la festividad de Corpus Christi y era tradición que los segadores de las comarcas viniesen a Barcelona a pasar el dia. En esa ocasión aproxima­damente medio millar de falsos segadores, insurgentes disfrazados, entraron con los auténti­cos y procedieron a saquear e incendiar las posesiones de autoridades realistas y funciona­rios, siguiendo después con su asesinato. Asaltaron las cárceles y liberaron a todos los presos ante la pasividad de la población.
Los dirigentes del llamado “Corpus de sangre” eran criminales y no segadores. Ningún segador llevaba hoz, en contra de la iconografía catalanista, porque era un dia de fiesta y ninguno participó en los incidentes.
Estos hechos, descritos de forma muy resumida, llevaron a la Guerra de Secesión (1640-1653).
Las relaciones entre la monarquía y las autoridades catalanas se habían agriado considerablemente. La Diputación, a cuya cabeza estaba Pau Claris y otros secesionistas, estableció contactos con agentes de Richelieu para elaborar un plan, que consistía en crear una repúbli­ca catalana bajo la protección francesa y con Luis XIII de Francia cómo Conde de Barcelo­na.
Las consecuencias, de la Guerra de Secesión, fueron la definitiva anexión del Rosellón para Francia y el derrumbe económico de Cataluña. Pero también se logró la reconciliación, con la amnistía general para todos los delitos cometidos desde 1640 y con la conservación de las constituciones y privilegios catalanes, que durante el dominio francés no fueron respeta­dos, pero que el rey de España si que decidió respetar a pesar de todo. Y además, los catalanes vieron y conocieron de cerca como eran los métodos de la monarquía absoluta francesa, nada que ver con la compuesta española de los Austrias, y como sus tropas actuaban de manera similar a la descrita en el actual himno. Pero de esto no habla ningún separatista…
Después de la mutilación de Cataluña, por el Tratado de los Pirineos (1659), las hostilidades con Francia continuaron. En 1665 murió Felipe IV y la Corona pasó a manos de Carlos II, el último Habsburgo de todos conocido por la leyenda, que hace de él, un rey débil y enfermizo. Sin embargo, la decadencia española no fue debida a su persona, sino a políticos mediocres y la política de acoso de Luis XIV de Francia. Durante su reinado se inició una importante etapa de regeneración económica e industrialización, en la que la burguesía cata­lana colaboró activamente. Uno de sus principales miembros, Narciso Feliu de la Penya, escribió que Carlos II era “el mejor rey que ha tenido España”.
Carlos II nombró heredero a Felipe de Anjou, nieto de su hermana Maria Teresa y Luis XIV, el 3 de octubre de 1700 (El mejor heredero, José Fernando de Baviera, murió el año 1699). La decisión, tomada en difíciles circunstancias, afectaba al frágil equilibrio entre las potencias europeas de primer orden (Francia, Inglaterra y Austria).
Sobretodo por el reconocimiento, del rey de Francia Luis XIV, de la posibilidad para su nieto de heredar también el trono francés.
Todo ello motivó la creación de la “Gran Alianza”, en 1701, de Inglaterra, Holanda, Dinamarca, el emperador Leopoldo y los príncipes alemanes y el rey de Prusia (en 1703 se unieron a la alianza Portugal y la Saboya). Esta alianza reclamaba para el hijo segundo del emperador Leopoldo II de Austria, el archiduque Carlos, la corona de España. Así fue éste proclamado en Viena como rey de España, con el nombre de Carlos III.
El nuevo rey de España Felipe V, mientras tanto, fue bien recibido en todas partes, y juró los fueros y constituciones cómo era su obligación de monarca. Carlos III buscó aliados en la península, y los encontró en la corona de Aragón.
El primer ataque contra la nueva monarquía se produjo en Cádiz, que fue saqueada en julio de 1702 por una escuadra anglo-holandesa. La clase dirigente española estaba dividida ante la nueva situación, y la específicamente catalana se fue alineando paulatinamente a la causa del otro pretendiente; el archiduque Carlos de Austria. El porqué de esta actitud hay que buscarlo en el odio del pueblo catalán hacia los franceses, el temor hacia el sistema centralista de Francia y la competencia comercial de los productos del otro lado de los Pirineos. También contó con el punto a favor del alinea­miento con la causa “carlista” de Jorge de Darmstadt, ex Virrey de Cataluña muy querido por las autoridades catalanas. Fue este mismo personaje, por cierto, quien conquistó Gibraltar después de un fallido ataque a Cataluña en agosto de 1704.
El 7 de mayo de 1704 Carlos III desembarcó en Lisboa, mientras los ingleses desembarcaban en Andalucía. Una delegación catalana fue a ver a la reina de Inglaterra, y firmaron un pacto en el que los ingleses se comprometían a defenderlos si se situaban del lado del pretendiente austriaco …
El 25 de agosto de 1705, las tropas del archiduque Carlos desembarcaron en Barcelona iniciando la conquista de Cataluña, que sé fue rindiendo guarnición tras guarnición (de pla­zas escasamente defendidas). En diciembre ya se habia entrega­do toda Cataluña.
Duró el conflicto, en sí, hasta 1711 con alternativas para ambos bandos, y entradas y retiradas de Madrid. Es decir, que las tropas de Carlos III entraron por dos veces en Madrid, con la intención de apoderarse de la monarquía española, de España … ya veis que no era una guerra de separación …
Los miembros de la Gran Alianza empezaban a desear una solución pacífica con los Borbones. La situación interna de Cataluña era muy precaria y el ejército “carlista” estaba desmoralizado y desorganizado.
El 17 de abril de 1711 murio el emperador de Austria y hermano del archiduque Carlos, José I. ¿Y que pasó entonces? Pues que el pretendiente a la Corona española dejó Barcelona para ocupar el trono austriaco y abandonó a Cataluña a su suerte. La Paz de Utrecht dio al traste con las esperanzas de que los fueros catalanes serían respetados por Felipe V, reconocido cómo rey de España por los Aliados el 11 de abril de 1713. El 22 de junio del mismo año se firmó el alto el fuego y comenzó la evacuación de las tropas “carlistas”. Y una vez más, los ingleses dejaron tirados a sus amigos … pero eso sí, se quedaron Menorca (casi un siglo) y Gibraltar, que aún lo tienen.
Las tropas borbónicas empezaron a entrar hasta las zonas no ocupadas todavía.
El día 30 de junio de 1713, se reunió, en Barcelona, la Junta de Brazos para tratar la situación. Ante las pocas seguridades que ofrecía el rey Felipe V de conservar las constituciones catalanas, los Brazos Real y Militar decidieron resistir y el Eclesiastico se abstuvo. Se acordó crear un ejército propio. De esta manera, el 9 de julio de 1713, Barcelona decidió luchar, sola contra todos, por la libertad, hasta el final.
El 25 de julio, un ejército borbónico de 12.000 hombres rodeó Barcelona. Dentro de la ciudad, el comandante de las tropas era Antonio de Villarroel, el cual contaba para resistir con menos de 6.000 hombres. Después de 10 meses de asedio, viendo que no se rendían, comenzaron a bombardear la ciudad. Del 2 al 16 de mayo de 1714, ¡cayeron 12.000 bombas! Las mujeres y los niños establecieron, para huir del bombardeo, un campamento en la playa donde ahora está la Barceloneta. El comandante borbónico, el Duque de Pópoli, ordenó bombardearlo. Pero los generales franceses se negaron a cumplir esa orden …
Viendo que no había manera de rendir la ciudad, el rey de Francia, Luis XIV, envió a uno de sus mejores militares, el mariscal inglés Duque de Berwick. Entonces llegaron a reunir para el asedio contra Barcelona, ​​a 50.000 hombres contra los 5.000 que resistían. De estos que resistían la mayoría eran catalanes, pero también había valencianos, aragoneses y también castellanos … En aquel momento, julio de 1714, las autoridades de la ciudad se volvieron a reunir, y decidieron seguir resistiendo hasta el final.
Y llegó septiembre … el día 11 hubo un asalto terrible, que pudo ser contenido. Fue cuando Rafael de Casanova resultó herido de gravedad. Pero la situación ya era verdaderamente insostenible, así que a las tres de la tarde, Villarroel lanzó una última proclama a la población, que luego os leeré, y poco después una delegación fue a pactar las condiciones de la rendición …
Vayamos por partes. La guerra de sucesión no fue una guerra interna de España, sino un conflicto internacional entre varios países por el dominio de Europa, llena en aquella época de potencias. Representó el nacimiento, por ejemplo, de Inglaterra como potencia marítima.
No fue una guerra entre dos reyes para ver quién mandaba, sino una lucha que podríamos decir ideológica, entre dos concepciones del Estado: por un lado, el Estado tradicional, donde el rey pacta con las Cortes, los nobles y los otros estamentos del pueblo las leyes, la financiación de las guerras, etc, donde cada ciudad o nacionalidad tiene estatutos y leyes propias, participando todos juntos en una unidad común, imperial. Por otro lado, el Estado moderno, totalitario, que quiere otorgar todo el poder al monarca, absoluto, sin intermediarios entre él y los pueblos y clases que integran la nación … la victoria de esta concepción política despótica de todo por el pueblo pero sin el pueblo, abrirá el camino a la Revolución francesa, ya que contiene las ideas que luego le servirán para extenderse por todo el mundo …
Unos españoles, entonces, apostaron por una de estas opciones, y los otros por el otro, y ambos bandos querían, evidentemente, lo mejor para España, en absoluto separarse o algo así … si los nacionalistas han elegido como excusa histórica estos hechos, se debe sobretodo a interpretaciones románticas de finales del siglo XIX, que es cuando aparece el nacionalismo catalán tal como lo conocemos ahora.
Así, la tradición de conmemorar la efeméride se remonta al año 1895, hace sólo un siglo, y en 1901 se empiezan a ofrendar flores a la estatua de Rafael de Casanova por parte de las Asociaciones catalanistas. Antes nunca se había conmemorado.
Rafael de Casanova, el mítico Conseller en cap, herido en los combates del once de septiembre, cuando terminó el conflicto fue a ver al nuevo rey, Felipe V, y le pidió perdón. El rey se lo concedió, y asi pudo seguir viviendo tranquilamente hasta su muerte, en Sant Boi de Llobregat, en el año 1743. Aunque nadie quiere recordar las palabras que dirigió a los combatientes barceloneses: “Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que os tenéis que acordar del valor y las gloriosas acciones que en todos los tiempos ha llevado a cabo nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Para nosotros y para la nación española luchamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal llenará de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios”. Ahí queda eso…
En cambio, se habla poco, y aquí lo quiero reivindicar, de Bac de Roda. Este militar dirigió una guerra de guerrillas contra los franceses, hasta que fue capturado y ejecutado en noviembre de 1713. De él se dice que en el momento de morir, según una poesía popular, dijo:
No me matan por ser traidor / ni tampoco por ser ningún ladrón / sino porque he querido decir / que viva toda la patria.
Él luchaba por el archiduque, entonces ya sabemos cuál era esta patria…
Otro gran olvidado es Antonio Desvalls, jefe de las fuerzas militares de fuera de Barcelona. Pudo huir a Viena, y en el ejército austriaco luchó contra los turcos que amenazaban a Europa.
Y el otro, más conocido, pero que no tiene ninguna estatua, es el General Moragas. Como principal jefe militar de los enemigos de Felipe V, fue encarcelado, ejecutado a garrote, y después su cuerpo fue descuartizado, y metieron su cabeza dentro de una jaula, que colgaron en una de las puertas de la ciudad de Barcelona, como escarmiento. ¡Estuvo aquella jaula allí colgada durante doce años!
Estos son nuestros héroes, ¡no un burgués que va a pedir perdón a su enemigo!
Sobre el llamado himno nacional de Cataluña … La faceta cultural era muy apreciada por los catalanistas desde sus comienzos. A finales del s. XIX, las veladas poéticas y musicales estaban muy en boga en su entorno y denotaban un gusto muy burgués y elitista. Las composiciones que animaban esos actos sociales eran, naturalmente, en lengua catalana y contrastaban con las preferencias de la mayoria de los catalanes, que abarrotaban las salas de espectáculos donde se representaban zarzuelas.
La reacción del catalanismo, ante esa situación, fue la de “reencontrar” la auténtica música popular catalana ante el avance del castellanismo cultural. En 1891 se creó el “Orfeó Cátala”, y al año siguiente ya se habían “recuperado” algunas canciones. Estas canciones estaban arregladas para canto y piano por el compositor Francisco Alió y asi se divulgaron entre los círculos catalanistas. De esta manera, el canto de origen popular fue retocado, cambiado y deformado a las últimas tendencias musicales de entonces, y adaptado a las versiones catalanistas para los coros y orfeones. La canción popular catalana se tuvo que reinventar.
El himno nacional de Cataluña “Els Segadors” nació de dicho ambiente, de Juegos Flora­les y concursos con premios a las mejores composiciones. De los diversos temas de las convocatorias poético-musicales catalanistas, la estrella era el proyecto de un himno con letra que exaltase y representase a la nacionalidad catalana. Hubo varios intentos sin éxito: en 1892 y 1894 el premio organizado por el “Centre Cátala de Sabadell” quedó desierto y en 1895 el “Orfeó Cátala” premió una poesía titulada “De la térra”, pero no tenia música y por tanto no se podia cantar.
“Els Segadors”, se había incluido en el repertorio de cantos arreglados por el citado Alió y se fue adoptando cómo himno de forma gradual. Primero por los elogios de la prensa catalanista, que lo elogiaba y adjetivaba de himno nacional verdadero y, segundo, porque tanto la letra cómo la música eran de origen tradicional. Se ha de aclarar que el romance de “Els Segadors” sólo era conocido cómo texto escrito, por lo que la música le fue añadida de otra canción popular, concretamente de una canción de siega obscena.
En cuanto a la letra del himno, también fue retocada para que sonase bien con la música, y se le añadió un estribillo que no contenia originalmente.
Uno de los rituales del “Orfeó Cátala” al cerrar sus recitales, era cantar “Els Segadors” al final con el público puesto en pie. Ese fue el paso decisivo para que la canción fuese final­mente aceptada cómo himno por el movimiento catalanista.
El texto de “Els Segadors” hace referencia a las desproporcionadas represalias cornetillas por las tropas castellanas en 1640, que se hallaban en Cataluña por la guerra contra Francia debido a la negativa de las autoridades catalanas de pagar soldados propios. Presenta los hechos cómo un ataque al pueblo de Cataluña y es un texto totalmente parcial y lleno de odio.
Y además, lo mezclan todo: la guerra de secesión con la de Sucesión … hacen un bricolaje nacionalista, sólo apto para convencidos.
De esta manera nosotros, con esta conferencia, hemos querido homenajear a los valientes que decidieron, solos contra todos, después de haber enviado embajadores a La Haya, Viena y Londres pidiendo una ayuda que se les negó … y que como españoles que eran, decidieron salvar lo único que les quedaba: el honor. Y así, Barcelona, la ciudad de Barcelona, ​​tuvo el privilegio de ser el último baluarte de las libertades de España, el ejemplo de lucha por nuestra dignidad de hombres y mujeres libres. Fue una ciudad mártir como tantas otras, porque cuando todos nos abandonan, los españoles siempre hemos demostrado que estamos por encima de las circunstancias, y que no estamos en venta, y que quien quiera robarnos la dignidad, ¡que venga a buscarla si tiene narices!
Ahora, como colofón, os quiero leer la última proclama de los defensores de Barcelona. Que, por cierto, nunca es recordada por los catalanistas o separatistas … Yo ahora, me pondré de pie a leerla, y os pido que hagáis lo mismo.
“Ara ojats, se fa saber á tots generalment, de part dels tres Excms. Comuns, pres lo parer dels Senyors de la Jun­ta de Gobern, personas aso­ciadas, nobles ciutadans, y oficiáls de guerra, que separaradament están impedint lo internarse los enemichs de la ciutat; atès que la deplorable infelicitat de esta ciutat, en que avuy resideix la llibertat de tot lo Principat y de tota España, està exposada al ultim extrèm, de subjectarse à una entera esclavitud.
Notifican, amonestan y exhortan, representant pares de la patria que se afligeixen de la desgracia irreparable que amenaza lo favor é injust encono de las armas galispanas, feta séria reflexió dels estat en que los enemichs del Rey N.S., de nostra llibertad y patria, estant apostats ocupant totas las bretxas, cortaduras, baluarts del Portal Nou, Sta Clara, Llevant y Sta. Eularia.
Se fa saber, que si luego, inmediatament de ohit lo present pregó, tots los naturals, habitants y demés gents habils per las armas no se presentan en las plassas de Junqueras, Born y Plassa de Palacio, à fi de que unidament ab tots los Senyors que representan los Comuns, se poden retxassar los enemichs, fen lo ultim esfors, esperant que Deu misericordiós, millorarará la sort.
Se fa també saber, que essent la esclavitud certa y forsosa, en obligació de sos empleos, explican declaran y protestan als presents, y do­nan testimoni als veniders, de que han executat las últimas exhortacions y esforsos, protestant de tots los mals, ruinas y desolacions que sobrevinguen á nostra comu­na y afligida patria, y extermini de tots los honors y privilegis, quedant esclaus ab los demés enganyats espanyols y tots en esclavitud del domini francés; pero com tot se confia, que tots com verdaders fills de la patria, amants de la llibertat, acu­dirán als llochs senyalats, á fi de derramar gloriosament sa sanch y vida, per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya, y finalment los diu y fan á saber, que si despres de una hora de publicat lo pregó, no compareixent gent suficient per executar la idea­da empresa, es forsós precis y necessari fer llamada y demanar capitulació als enemichs, antes de venir la nit, per no exposar á la mes lamentable ruina de la Ciu­tat, per no exposarla á un saco general profanació dels Sants Temples, y sacrifici de noys, donas y personas reli­giosas.
Y pera que á tots sia generalment notori, que ab veu alta, clara é intelligible sia publicat per tots los carrers de la present ciutat.
Donat en la casa de la Excma. Ciutat, residint en lo Portal de S. Antoni, presents los dits senyor Excms. y per­sonas associadas, á 11 de Setembre, á las 3 de la tar­de, de 1714″.
¡Viva España, y viva Cataluña!"

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